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miércoles, enero 5

 

Alma de foca

Ayer me contaron que en realidad a los tiburones devorahombres no les gusta en absoluto el sabor de la carne humana. Que simplemente atacan porque las ondas de movimiento que provocamos bajo el agua son similares a las de las focas, cuyo sabor los entusiasma, y que, por lo tanto, nos comen por equivocación.

En los mares cibernéticos, a menudo, también provocamos ondas de movimiento de seres que no tienen absolutamente nada que ver con nosotros mismos. Y también, a menudo, somos elegidos y devorados por equivocación. La diferencia entre ésta y aquella confusión radica en que dentro de la world wide web, nuestras "ondas de movimiento" están bien repletas de intencionalidad.

Quien esté libre de culpa que busque piedra.





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