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martes, enero 18
El intruso
Que digo que ayer cualquier tontería nos hubiera bastado a ti y a mí para saltar por los aires. Teníamos ganas de combate, ayer, tú y yo. Nos mirábamos como dos gatos y afilábamos las zarpas, a la espera del comentario detonante, de la mirada torcida. Y cuando ya estábamos dispuestos a recurrir a las tonterías manidas de siempre ("pareces un helecho...", "vocaliza un poquito, anda...", "¿dejas de hacerte el sabelotodo y me dices quien cojones es Bryan Ferry?") va y ¡epa! se nos cruza un tercero por enmedio.
Y sin preacuerdo el instinto responde; los dos enemigos hacen frente común y se protegen mutuamente, vuelcan la rabia en el intruso y regresa la paz a la piel. Entonces nos pasamos el brazo por los hombros y nos decimos "-¿has visto a ese? ¿quien se habrá creido que es?"-
Porque al fin y al cabo, si necesitamos enemigos siempre es mejor buscarlos fuera de la cama.
Y sin preacuerdo el instinto responde; los dos enemigos hacen frente común y se protegen mutuamente, vuelcan la rabia en el intruso y regresa la paz a la piel. Entonces nos pasamos el brazo por los hombros y nos decimos "-¿has visto a ese? ¿quien se habrá creido que es?"-
Porque al fin y al cabo, si necesitamos enemigos siempre es mejor buscarlos fuera de la cama.
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