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lunes, febrero 14
Tic tac
Había notado algo extraño al entrar en su casa pero no terminaba de encontrar el qué. Algo faltaba o algo no estaba en el lugar que le correspondía. Después de media hora de coca cola y conversación estúpida fui consciente de que el carillón de enfrente no tenía reloj dentro. Al dejar el vaso, ví el rastro en la pared de lo que había sido el reloj de la cocina. Al mirar la mesilla del dormitorio, comprobé que no había encima ningún tipo de despertador.
Ni un solo reloj. Ni uno en 140 metros cuadrados.
Quise provocar la conversación y me solté el que llevaba en la muñeca. Le vi palidecer.
- Aleja ese reloj de mí.
- No es suizo ni de última tecnología (me reí) no te morderá.
- Hablo en serio. No quiero relojes en mi casa.
Mi hora bruja de locos y marginales. Me acerqué a su nariz.
- Venga..cuéntame el secreto.
- ¿Qué secreto? mira esa esfera. Tres malditas agujas girando eternamente, sin parar. Diciéndote que te queda un segundo menos...otro...otro... avisándote que terminas. Que estás constantemente terminándote. Y nadie puede detenerlo. Nadie.
- ¿Cómo que no? (tiré de la tuerca de la esfera) ¿ves? ya está. Detenido. No se mueven.
- No, no...no lo entiendes. Ahí fuera siempre habrá uno más que siga tu cuenta atrás.
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