Oscar Wilde decía que peor que hablaran mal de uno era que no hablaran. Nunca he estado muy de acuerdo con eso. Hay cariños que matan y admiraciones que sobran. Y yo tengo para repartir a manos llenas a todo el que quiera, porque soy muy torpe en el empeño de ser transparente para poder escribir en paz (y hasta vivir en paz).
Cambio el post de hoy para pedir disculpas a todos aquellos propietarios de blog que tengan una crítica radical puesta a mi nombre o enlazada a mi página entre sus comentarios. No he sido yo.