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martes, mayo 17

 

Flaco nervioso compulsivo

Odio mi puerta del armario. Y no es nada personal, porque normalmente suelo ser benevolente con las puertas siempre que abran y cierren. Es que esta tiene espejo. Y me veo cada vez que me levanto de la cama, pelos arriba, pijama abajo, costillar al aire. Así que paso los minutos del desayuno pensando “tengo que engordar…tengo que engordar…tengo que engordar…”. Y con el mantra tántrico caen ocho magdalenas que no servirán de nada porque de nuevo al día siguiente la puerta del armario me dirá “tienes que engordar..tienes que engordar…tienes que engordar”.
Intentaré explicarle al endocrino la victoria de la puerta sobre las ocho magdalenas y me pondrá otra vez ese régimen de proteínas y frutos secos. Pero después de dos semanas royendo avellanas como una ardilla, mi puerta volverá a triunfar sobre el paquete de donuts fondant. Entonces el médico volverá a decirme –Es que eres muy nervioso, hijo...-

Paso los dedos por el dibujo de mi clavícula y pienso: “qué tontería..nervioso yo…”,y me pongo a estudiar la obra de Valle Inclán, mientras formo compulsivamente una cadena de clips interminable, porque ya no me quedan capuchones de bolígrafo en mi vaso portalápices que masticar.





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