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miércoles, mayo 11
Reposteando
Tengo una contractura en el cuello por dormir encima del perro.
No es que el perro resulte especialmente cómodo, pero es lo único blando que queda sobre mi sofá después de que el susodicho se comiera mis seis cojines, así que gusto de usarle de respaldo cuando la película nocturna merece la pena. Pero la de ayer no la merecía. Cuatro horas dormido encima de un perro son una prueba irrefutable.
El caso es que he amanecido dispuesto a pasar el día ignorando mi flanco izquierdo, pero mi coordinador se ha cansado pronto de mis ouchs, auchs y joderes (nunca subestimes el eco de una biblioteca) y me ha acompañado al ambulatorio a que me dieran un antiinflamatorio, para que pudiéramos seguir la clase en paz.
Mientras estábamos en la sala de espera ha entrado una señora con un niño en brazos, un bebé en un cochecito, un montón de bolsas de la compra y un bolso de mano. Ha avanzado dando traspiés sosteniendo tanto mogollón y justo al pasar por mi lado (derecho,claro) el bebé del cochecito se ha puesto a llorar. La señora me ha mirado con ojos de agobio y me ha dicho -por favor ¿me puedes sostener al niño un momento mientras busco el biberón?- pero cuando ya tenía cogidas dos piernas del bebé, he oído a mi izquierda la voz nerviosa de mi coordinador diciendo: -¡¡No!! ¡que no lo coja el chico que está mal de la cabeza!-
La madre casi descoyunta al niño por quitármelo de las manos.
Patatas, latas y botes de cocacola han rodado por toooooooda la sala de espera, mientras nueve caras me miraban aterradas, esperando, supongo, a que en cualquier momento yo cogiera el niño y lo estampara contra la pared.
Una señora grandota ha dicho ¡ay dios! y se ha levantado a cogerme las manos diciendo con voz nerviosa "suelta..suelta, hijo..."
Y entonces mi coordinador, catedrático de filología hispánica, profesor de historia de la literatura española y erudito estudioso de las lenguas vernáculas, ha carraspeado y ha dicho -ehm..bueno...del cuello, quise decir del cuello...-
A Dios pongo por testigo que este año, ya vengan gripes, contracturas, hemorragias o lepra, servidor no vuelve a poner un pie en un ambulatorio.
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