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martes, junio 7
Esparcimientos plastiqueros
Yo creia que en el mundo del esparcimiento jardineril, no había nada más triste que esas piscinitas portátiles con patas que se venden por catálogo, dónde cuatro pringadillos se mojan hasta las tetillas (doblando las piernas, claro) con cara de pasárselo chupi, pero me equivoqué. El domingo fuí invitado a una barbacoa portátil-en-jardín y comprendí por fin que hay infiernos veraniegos aún más absurdos que una piscinita-charco desmontable con escalerita "y-esto-pa-qué".
Curiosidad Barbacoil 1: No importa que estés achicharrándote bajo un sol de justicia, que la abuela del anfitrión lleve diez minutos boqueando como un besugo o que haya hostias por meterse dentro a buscar más pan. Siempre habrá alguien que diga -qué fresquito, qué bien se está aqui fuera ¿eh?...-
Curiosidad barbacoil 2: No importa que tengas la lengua ya recauchutada después de cuatro chuletas, dos chorizos y media chistorra. Siempre quedarán todavía el costillar de cerdo, los pinchos morunos y los gambones. Eso sí...con bolsón de patatas fritas, sangría y 40 litros de cerveza. Así, si el ambientillo decae, puedes montar una porra de "a ver quién es el primero al que le estallan las arterias", sin contar a la abuela por aquello de no jugar con ventaja.
y Curiosidad barbacoil 3: No importa que la barbacoa sea de gas y vaya enchufada a una bombona de butano del tamaño de Pamplona, siempre habrá alguien que diga -Ay, es que la barbacoa le da un saborcito a la carne...todo está como más rico ¿verdad?...-
Así pues, que sí...que muy bonito todo, muy fresquito, muy rico y muy resistente la abuela. Pero sin mí. Sin mí, por tu padre...sin mí.
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