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jueves, junio 16
Otra razón para matarle
Viendo una carrera de relevos le pregunté desde la cocina quien iba ganando y él contestó “el primero”.
En un test visual, eligió como favorita la letra CH alegando a la psicóloga que era "la letra de chocho, chumino, chúpamela..”
Comenzó nuestra exposición teórica oral sobre Verlaine diciendo en el estrado “Verlaine, campanas de Verlaine…”
Le preguntó a una operada de cáncer de mama si le iban a dejar las tetas como a Yola Berrocal.
Y aún así, iluso de mí, sigo sin huir cuando él está cerca.
Supongo que por eso, mientras estoy haciendo de canguro con mi vecina, viene a casa con un cucurucho de pequeños cangrejos de río vivos ("Déjame una bolsa o algo para llevárselos a mi madre que me los acaba de dar mi tío de mercadona...") y yo, en el esplendor de mi idiotez, tengo la feliz idea de dejarle solo. Con la niña, con los cangrejos y al lado de mi acuario.
Y mientras trasteo en la cocina oigo a la niña decir –El que está más quieto es Juanito. Ari dice que está enfermo...- seguido del inconfundible tonillo túdejameamí del idiota –¡Que va a estar enfermo! Lo que está es dormido porque los peces duermen en el fondo, espera que le despertamos y verás qué bien nada…-
Entonces me entra el pánico del pensamiento fugaz y suelto los cinco tupperware que llevo en las manos clunc-toclunc-caclunc con la vana esperanza de correr al salón a cerrar el acuario o cortarle las manos. Sin calcular, eso sí, que tengo que cruzar el pasillo entre perro, gato y juguetes ñigo-ñigo, y que solo llegaré a tiempo de ver como el cangrejo zambullido cae sobre la planta de plástico, pega un saltito, trinca a Juanito y se lo lleva hasta el fondo usándolo de improvisado paracaídas. En dos microsegundos, ya no hay Juanito. Solo Ana, Ari, Cangrejos, tres peces y un idiota. Que me mira y dice -Uy…vaya…bueno, pero habéis visto que nadaba ¿no?-
En un test visual, eligió como favorita la letra CH alegando a la psicóloga que era "la letra de chocho, chumino, chúpamela..”
Comenzó nuestra exposición teórica oral sobre Verlaine diciendo en el estrado “Verlaine, campanas de Verlaine…”
Le preguntó a una operada de cáncer de mama si le iban a dejar las tetas como a Yola Berrocal.
Y aún así, iluso de mí, sigo sin huir cuando él está cerca.
Supongo que por eso, mientras estoy haciendo de canguro con mi vecina, viene a casa con un cucurucho de pequeños cangrejos de río vivos ("Déjame una bolsa o algo para llevárselos a mi madre que me los acaba de dar mi tío de mercadona...") y yo, en el esplendor de mi idiotez, tengo la feliz idea de dejarle solo. Con la niña, con los cangrejos y al lado de mi acuario.
Y mientras trasteo en la cocina oigo a la niña decir –El que está más quieto es Juanito. Ari dice que está enfermo...- seguido del inconfundible tonillo túdejameamí del idiota –¡Que va a estar enfermo! Lo que está es dormido porque los peces duermen en el fondo, espera que le despertamos y verás qué bien nada…-
Entonces me entra el pánico del pensamiento fugaz y suelto los cinco tupperware que llevo en las manos clunc-toclunc-caclunc con la vana esperanza de correr al salón a cerrar el acuario o cortarle las manos. Sin calcular, eso sí, que tengo que cruzar el pasillo entre perro, gato y juguetes ñigo-ñigo, y que solo llegaré a tiempo de ver como el cangrejo zambullido cae sobre la planta de plástico, pega un saltito, trinca a Juanito y se lo lleva hasta el fondo usándolo de improvisado paracaídas. En dos microsegundos, ya no hay Juanito. Solo Ana, Ari, Cangrejos, tres peces y un idiota. Que me mira y dice -Uy…vaya…bueno, pero habéis visto que nadaba ¿no?-
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