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sábado, junio 11
S.O.S.
Mi excompañero de piso era estudiante de arte y por tanto, tenía uno de esos maniquíes articulados en madera que se usan para el estudio de la posición corporal. Un día quisimos gastarle una broma y compramos un consolador king size en el sexshop, el cual pegamos cuidadosamente a la entrepierna del muñequito. El resultado fue demoledor y después de unos cuantos meses de jijís y jajás se quedó el susodicho consolador pululando por mis cajones.
Cuando empecé a sufrir apagones por recargas eléctricas, dos veces me encontré agarrando el consolador por equivocación (debido a mi maravillosa idea de esconderlo en el cajón de las velas), así que esta mañana, enmedio de una limpieza de trastos, me puse a decidir dónde demonios ponía los 18 cm de látex o si definitivamente era hora de sacarlo con la basura. Mientras lo pensaba, lo balanceaba descuidadamente en la palma de la mano y miraba a mis cuatro peces dar vueltecitas alrededor del cofre pirata. Entonces pensé "¿darán vueltas alrededor de todo lo que les metas en la pecera?".
Mi vecina de 11 años, su madre y su tía han pasado a ver el nuevo color de mi salón. Mientras estaba escribiendo un post que ya no publicaré, la niña ha dicho -¡¡ARI HAS PUESTO OTRO JUGUETE PARA LOS PECES!!- seguido de un absoluto silencio sepulcral por parte de las dos adultas que la acompañan.
Os agradecería me remitieráis a la lectura de este post, alimentos no perecederos, algún que otro bidón de agua potable, un par de rollos de papel higiénico y un libro de cómo sobrevivir dentro de un dormitorio porque, señoras y señores...aunque se me caiga el techo encima, yo no salgo, no salgo y no salgo.
Cuando empecé a sufrir apagones por recargas eléctricas, dos veces me encontré agarrando el consolador por equivocación (debido a mi maravillosa idea de esconderlo en el cajón de las velas), así que esta mañana, enmedio de una limpieza de trastos, me puse a decidir dónde demonios ponía los 18 cm de látex o si definitivamente era hora de sacarlo con la basura. Mientras lo pensaba, lo balanceaba descuidadamente en la palma de la mano y miraba a mis cuatro peces dar vueltecitas alrededor del cofre pirata. Entonces pensé "¿darán vueltas alrededor de todo lo que les metas en la pecera?".
Mi vecina de 11 años, su madre y su tía han pasado a ver el nuevo color de mi salón. Mientras estaba escribiendo un post que ya no publicaré, la niña ha dicho -¡¡ARI HAS PUESTO OTRO JUGUETE PARA LOS PECES!!- seguido de un absoluto silencio sepulcral por parte de las dos adultas que la acompañan.
Os agradecería me remitieráis a la lectura de este post, alimentos no perecederos, algún que otro bidón de agua potable, un par de rollos de papel higiénico y un libro de cómo sobrevivir dentro de un dormitorio porque, señoras y señores...aunque se me caiga el techo encima, yo no salgo, no salgo y no salgo.
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