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miércoles, julio 6
Por falsario
Me regaló un frasco de Farenheit de Dior. Y yo, con esa primera gota que pones en la muñeca para probar, me ví transportado de inmediato a la sala de tanatorio donde se veló a mi padre. Porque a eso me olía Farenheit de Dior; a genuina flor de muerto; a perro gigante de escayola puesto en el salón versalles de la casa de Sara Montiel; a altar de vírgen de película de Almodóvar cuando todavía tenía gracia. Y quise poder arrugar la nariz y decir “por los dioses que pestón…” pero esa mirada suya de ilusión valía lo que toda la casa Dior metida en una caja, así que dediqué mi mejor sonrisa todo-dientes y mi mejor entusiasmo en darle dos besos de ventosa schuiks schuiks y soltar un gran -¡¡Fahrenheit!! ¡¡mi favorita!!-
Mi primer movimiento fue vaciar el frasco en el wc y guardarlo después en mi cajón de “cosas con cariño”. Pero bastaron dos días para que descubriera la ausencia de la colonia y me preguntara por ella, con lo cual…dediqué mi mejor cara de imbécil en comprar otro frasco igual y decirle –mira, aquí esta. Es que me pongo poquito para que me dure más-. El plan B fue tirarme seis meses deshaciéndome con sutileza de esa corona mortuoria de 50 ml. Chorrito aquí…chorrito allá…un poquito en el cubo de fregar…otro poquito al wc…un par de floichs en la terraza…
Seis meses.
Y esta mañana, he desayunado con esos dos ojos de ilusión que lo valen todo diciéndome –Te adelanto mi regalo de cumpleaños. Tu colonia favorita.- dejándome el paquete en las rodillas y añadiendo con un guiño –Esta vez en spray. Para que te dure más.-
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