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martes, agosto 2
Puntos flacos
Ayer por la tarde me llamaron de nuevo de la Fundación para una segunda entrevista. Esta vez no me dejé peinar con raya, no me llevé las llaves y fui vestido de yo, así que todo salió mucho mejor. Entré en el paro y salí proletario. Por la noche, me llevé al Rata a celebrarlo con un par de tés helados que apagaran un poco mis inseguridades. Y sentados en el Café Central, él me dijo –Tú no te preocupes. Ahora para que todo salga bien con tus nuevos compañeros, sólo tienes que seguir a rajatabla dos puntos básicos. 1: ser bueno y 2: sujetar la lengua.
En esas estábamos cuando nos encontramos a mi portera con su hijo de doce años.
-¡Ay Señor Ariel! ¡imagínese! ¡un “pierasta” de esos malnacidos que estaba molestando a mi richy el otro día!¡que le dijo si quería tomarse una cocacola a mi richy, fíjese!¡que menos mal que salió el señor de los yogures de abajo y lo asustó porque si no yo no sé lo que hubiera pasado ¿eh? ¡que lo mismo me coge y me lo lleva en un coche a mi richy!¡si ya lo digo yo!¡la horca!¡la pena de muerte tenían que usar con los “pierastas” malnacidos esos!-
Miré “al Richy”. Ochenta kilos de niño embutido en bermudas militares, zapatillas enterprise luminosas y camiseta con letrero “quepasaneng”. Gafas al estilo del “primer macarra que pisó la luna”, gorra con la visera hacia atrás, correíta hortera con móvil colgando, orondas y sudorosas mejillas sonrosadas y dedos de salchicha entrando y saliendo compulsivamente de una bolsa de ganchitos crecs. Me mira y escupiéndome unas 36 partículas de saliva naranja dice –mñhola… he “vijto” tu moto… mñmñ… mi colega la tié igual pero “la pintao” unas llamas… mñmñ… la quedao guapa… mñmñ…-
Cuando finalmente se fueron, le dije a Rata –Joder macho… realmente, si hay alguien capaz de querer cepillarse a ESO la pena de muerte se le queda corta…- y Rata mirándome muy serio, me dió una palmadita en la espalda y dijo –Tranquilo... no lo demos todo por perdido que aún me queda el punto 3...-
En esas estábamos cuando nos encontramos a mi portera con su hijo de doce años.
-¡Ay Señor Ariel! ¡imagínese! ¡un “pierasta” de esos malnacidos que estaba molestando a mi richy el otro día!¡que le dijo si quería tomarse una cocacola a mi richy, fíjese!¡que menos mal que salió el señor de los yogures de abajo y lo asustó porque si no yo no sé lo que hubiera pasado ¿eh? ¡que lo mismo me coge y me lo lleva en un coche a mi richy!¡si ya lo digo yo!¡la horca!¡la pena de muerte tenían que usar con los “pierastas” malnacidos esos!-
Miré “al Richy”. Ochenta kilos de niño embutido en bermudas militares, zapatillas enterprise luminosas y camiseta con letrero “quepasaneng”. Gafas al estilo del “primer macarra que pisó la luna”, gorra con la visera hacia atrás, correíta hortera con móvil colgando, orondas y sudorosas mejillas sonrosadas y dedos de salchicha entrando y saliendo compulsivamente de una bolsa de ganchitos crecs. Me mira y escupiéndome unas 36 partículas de saliva naranja dice –mñhola… he “vijto” tu moto… mñmñ… mi colega la tié igual pero “la pintao” unas llamas… mñmñ… la quedao guapa… mñmñ…-
Cuando finalmente se fueron, le dije a Rata –Joder macho… realmente, si hay alguien capaz de querer cepillarse a ESO la pena de muerte se le queda corta…- y Rata mirándome muy serio, me dió una palmadita en la espalda y dijo –Tranquilo... no lo demos todo por perdido que aún me queda el punto 3...-
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