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sábado, septiembre 3
Carpintería Vaticano, S.A.
Ayer me dió un tanganillazo con el cartón de las palomitas mientras veíamos La Pasión de Cristo, por reirme del tremendo parecido entre la Vírgen María de Gibson y la de los Monty Python. Por un momento temí que con el choteo, se hubiera vuelto a despertar la bestia católica que había en él y empezara a presignarse rociándome de agua bendita, pero no... simplemente la cosa iba de la cantidad de gilipolleces que puede aguantar una persona mientras intenta ver una película.
Cuando ya estaban clavando a James Caviezel, me contó que hay desperdigadas por el mundo unos 25.000 cachitos de la cruz de Jesucristo, que fueron llevadas a Roma por Santa Elena.
Y yo imagino la escena...terrible escena... Jesucristo crucificado en lo alto del Gólgota, sufriente, sangrante, los miembros destrozados, la carne ajada. María besa sus pies, pierde por un instante el sentido, cierra los ojos, sufre "carne de mi carne, déjame morir contigo...", Jesucristo agoniza, suelta su último suspiro "Todo está acabado... en tus manos entrego mi espíritu"... María gime, San Juan solloza...
Entonces llega Santa Elena con un hacha y dice "hala...Jhonny, hijo, vete a Arimatea a buscar a Pepe que nos baje al chico, que me están esperando en Roma pa montar el chiringo de leña para barbacoas..."
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