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jueves, septiembre 29
Destinos
Me dice – Creo que el futuro de los hombres ya está escrito, y que de alguna forma, los primeros momentos que pasamos en este mundo son una especie de preludio de lo que te esperará el resto de tu vida. Por ejemplo, cuando yo nací, nada más salir, me agarré con una manita al bolso de la comadrona. Y mi padre dijo “¡anda, este que listo! ¡a este le va a ir lo del dinero!” y fíjate…he estudiado contabilidad, voy a hacer económicas y mi primer empleo es en un banco ¿Te das cuenta?-
...
La primera vez que sintió los dolores del parto, mi madre había bajado a los establos a vaciar los orinales de debajo de las camas, cuando todavía no había electricidad, ni agua corriente en la casa. Logró bajar las escaleras ella sola, vaciar los tres bacines, limpiarlos en el caño e intentar subir para llegar hasta la cama. Pero a mitad de escalera, notó que algo se le rompía en el bajo vientre, así que rápidamente se agachó, como le había enseñado la abuela Mehmed, y, ante el miedo de que su hijo cayera contra el mosaico, se colocó entre las piernas lo único que tenía en ese momento a mano: el orinal. Dos segundos después, salí yo, resbalando como un boquerón sfluishp...¡tonc! directo al fondo.
Para cuando le tocó a mi hermano, la vieja Mehmed había acudido a los gritos, ayudando a nacer a Caliban enmedio de la escalera, mientras yo contemplaba el paisaje, unido todavía a la placenta, metido en un orinal.
Así que le dejo terminar su disertación filosófica y me callo, claro. Lógicamente... me callo.
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