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viernes, octubre 28
Quién le pone el cascabel al hijoput...
Gustaba últimamente el gato de meterse a dormir dentro de la lavadora, sobre la ropa que esperaba lavado. Y si eso en cualquier otra casa resultaba inofensivo, en la mía venía a ser una catástrofe con preaviso, yendo como voy por la vida vestido con calzoncillos rosa chicle gracias a mi vista de lince a la hora de hacer la colada (no soy capaz de distinguir una camisa rojo-pasión-bisbal...como para distinguir una bola pardusca con orejas).
Para evitar lo inevitable, había dejado Paco una notita pegada al detergente que decía "mira antes dentro de la lavadora", cosa que había funcionado perfectamente hasta esta mañana, que se ha despegado del paquete y, con idea de no perderla, la he guardado en el bolsillo del vaquero, para, inmediatamente después, poner la lavadora en tres movimientos clanc-crrric-pluc e irme tan pichi a trabajar.
Estaba tomando un café con los compañeros cuando al ir a pagar he sacado la nota arrugada del bolsillo diciendo "anda ¿qué es est...oh..." y ya no he podido decir nada más. Al menos nada que no fuera glubs-snifs-buas-lohematado.
He tardado los treinta minutos más largos de mi vida en llegar a casa. Treinta minutos en los que he cruzado pasillos de metro con la pierna aún arrastrando, llorando entre hipos y mocos, con la camiseta empapada de lluvia y pegada a los pezones (porque he olvidado coger la chaqueta), pidiendo dinero para el billete (porque he olvidado el bonometro en la chaqueta) y agarrado a un vasito de plástico con poleo menta (porque he olvidado soltarlo después de encontrar la nota). Pero he llegado, y tal cual, me he lanzado de rodillas a la lavadora a tirar como un poseso del abridor para sacar lo que quedara de mi gato (olvidando por completo que la lavadora tiene una cosa que se llama cierre de seguridad y otra que se llama botón de apagado). Y ha sido justo al sonar el crascle y quedarme con el tirador en la mano, cuando he descubierto que "lo que quedaba de mi gato" llevaba cerca de diez minutos a mi lado, viéndome luchar con la puerta de la lavadora con expresión de "simenecesitassilba".
Juro que si no se supiera ya el truco de rebotar en los tendederos, en ese mismo momento le habría tirado por la ventana del wc seis pisos abajo.
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