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martes, noviembre 15
Ole, arsa y alegría
El médico me preguntó si estaba siguiendo el régimen hiposódico que me había puesto en septiembre y yo contesté que sí, olvidándome de chivato-Paco de Asís que tardó un nanosegundo en saltar a mi yugular al grito de -¡MENTIRA¡¡AHÍ FUERA SE ACABA DE COMER DOS BOLSAS DE CHEETOS!- dejándome como el vulgar tramposo que soy y jorobándome una carita de obediente que me había quedado la mar de guais. Asi que el médico dijo -O sea que te sigues comportando como un niño ¿no?- y yo, previa mirada asitecomalalenguauncerdo al de Asís, contesté que el motivo por el que comía guarrerías era porque estaba todo el día triste. Y por bocazas, salí de allí con un medicamento de 28 pastillas contra la tristeza.
Una vez en casa, le dije a Paco chivatoasís que no iba a tomarlas porque, al fin y al cabo, lo de la tristeza había sido una mentira para justificar que soy socio honorífico de la casa Matutano, pero él me dijo que por leer el prospecto tampoco perdíamos nada, así que...

...llegamos a la conclusión que sí. Que desde luego eso tenía pinta de convertirme en la alegría de la huerta. Pero un poco más allá estaba esto:

...asi que el de Asís, mirándome gravemente dijo -¿y no será que a quien ha visto triste ha sido a mí?-
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