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viernes, noviembre 25
Pasiones domésticas
Dice D. Antonio Gala que toda pasión amorosa tiene una duración máxima de año y medio. Y yo sé que hay por ahí mil Luiscars que te dirán que no, que las pasiones permanecen inalterables allende los siglos y los pelos en la esponja, pero...no. Seamos serios y reconozcamos que Gala tiene razón y los Luiscars se excedieron con Bécquer en el instituto. Y no pretendo yo ser agorero ni negativo, ojo, que también sabemos que esa pasión muta y se transforma en un cariñito de andar por casa un tanto reconfortante, pero aquellos privilegios que te permitían olvidarte de cambiar el rollo de papel higiénico, llevándote a cambio un pellizquillo en la mejilla y un "aycomoerescariño", se perderán para siempre en un "otravezmecagoendiossss..." al compás del rucluruclu desesperado del cartón vacío girando en el portarrollos.
Y tú torcerás el morro y pensarás: "Es él que ya no me quiere como antes. Mi llama sigue viva." mientras te terminas de enfundar el pijama de franela a cuadros del Lidl, remetiéndote bien los faldones por dentro del pantalón que subirás hasta el sobaco, y ajustándote esos patucos rojos con pompón que juraste jamás te vería puestos. Y de esa guisa te colarás en la cama, previo trotecito cochinero uiuiuiuis-querasca, cambiando el "toque chanel de Marilyn" y el mordisquito lujurioso en la oreja, por una sonadita de mocos frrrrpueeeet y un "nasnochespacoapagayá".
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