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martes, noviembre 22
Sangre, sudor y leche
Yo estoy apoyado en la baranda, comiéndome una bolsa de patatas fritas, cuando mi profesor de Historia de la filosofía antigua se cruza conmigo en las escaleras. Y me dice –Hombre, Ariel ¿qué tal? ¿cómo va todo?- a lo cual yo contesto –Pues aquí, Don Ricardo, ya ve, un poco harto y pensando si voy a poder terminar con todo esto.- Entonces me mira con gravedad y agarrándome con fuerza de un hombro me dice –No Ariel, eso no lo digas nunca. En lo referente a estudio UN HOMBRE NO DEBE ABANDONAR JAMÁS, porque por muy difícil que lo veas todo, el tesón y la confianza en ti mismo SIEMPRE te mantendrán a flote. Mira…¿conoces la fábula de las moscas? ¿no? Pues escucha…dos moscas se caen en un vaso de leche y quedan flotando en la superficie, hundiéndose poco a poco. Entonces una le dice a la otra: “¡rápido! ¡intentemos alcanzar el borde del vaso!” y comienza a patalear con todas sus fuerzas hacia arriba, pero la otra responde: “¿para qué? Es inútil..jamás saldremos de aquí.” y lentamente se va dejando hundir sin hacer nada, hasta que la leche la engulle por completo. ¡Pero he aquí que su compañera no se rinde! ¡decide luchar! ¡incluso a pesar de tener todo en contra PATALEA EN LA LECHE CON TODAS SUS FUERZAS INTENTANDO ALCANZAR EL BORDE DEL VASO! ¡UNA Y OTRA VEZ! ¡UNA Y OTRA VEZ! y así resiste horas…interminables horas en las que JAMÁS SE RINDE. Hasta que llega un momento en el que sus fuerzas le abandonan, sus pequeñas patitas ya no resisten más y entonces piensa: “No puedo más, pero al menos lo intenté.” y se deja hundir, satisfecha de su lucha. Sin embargo…¡¡no se hunde!! ¿y por qué, Ariel? ¿por qué? ¡¡POR QUE CON EL BATIR DE SUS PATITAS HA CONVERTIDO LA LECHE EN MANTEQUILLA!! ¡¡y puede salir, tranquilamente caminando hasta el borde del vaso!! ¿te das cuenta? ¿¿comprendes ahora por qué SIEMPRE has de seguir luchando??-
Y yo contesto que sí. Que tiene razón. Que es admirable lo de la mosca mantequera esa y que he aprendido una gran lección. Porque en realidad nunca tendré el valor suficiente para confesarle que a lo que yo me refería, era a las patatas fritas.
Y yo contesto que sí. Que tiene razón. Que es admirable lo de la mosca mantequera esa y que he aprendido una gran lección. Porque en realidad nunca tendré el valor suficiente para confesarle que a lo que yo me refería, era a las patatas fritas.
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