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viernes, diciembre 16

 

King Kong Klang

Pues esto es Naomi Watts que se va en un barquito, con el pianista ese de las orejas y un director gordo, a filmar una peli en una isla. Allí se encuentran con un montón de negros (97% de cacao) que dan mogollón de miedo y raptan a la chica para dársela a un gorila gigante que se llama kong (luego cuando va a hollywood se llama también king porque es como Paco Rabanne, que hasta que no llegó a París no dejó de llamarse Francisco Rabaneda), pero luego entiendes que los 97% no han sido tan malos, porque además del gorilón, en la isla están todos los bichos que le sobraron al Spielberg de Parque Jurásico y no me diga usted que es lo mismo que juegue contigo un gorila, que un tiranosaurio rex, hombrepordios... El caso es que el gorila se maneja a la Naomi p'arriba-p'abajo como si fuera un cubilete de parchís pero la chica como es de hollywood ni se descoyunta, ni vomita, ni se le ven las bragas (que de esto último estuvo el Rata pendiente, ojo).
Entonces va el pianista de las orejas y salva a la chica, a la vez que el director gordo decide llevarse a kong (que luego es king) a Nueva York. Y aunque flipas unos segundos pensando en cómo coño han logrado llevarse un gorila de siete metros de alto en un barquito de dos camarotes y medio, luego comprendes que esto es el cine y que si la chica no se descoyunta, a ver porqué el mono no va a ser capaz de ir hasta Nueva York haciendo esquí acuático (hombrepordios...).
Después de dos horas de película (por si con el jodío Frodo no te diste cuenta de los problemas de Jackson para "cerrar temas") llegan a Nueva York y ahí descubres que Naomi es inglesa pero de clara ascendencia lapona, porque te aguanta con un vestidito de tirantes, en pleno diciembre, revolcándose por la nieve con el gorilón y subiéndose a lo alto del Empire State. Y no sólo se lo pasa chupi, sino que ni le cuelgan los mocos, ni se le inmutan los pezones (de esto también se dió cuenta el Rata que siempre está pendiente de los detalles importantes de una película).
Total que al final el gorilón se escogorcia y el pianista de los orejones sube a por la chica lapona, besándola en todo lo alto (del edificio, no de la chica) con un plano picado de esos que te hacen vomitar las palomitas. Y ahí yo pensé que qué guay que fuera el pianista de los orejones el prota, porque desde luego si llego a ser yo, me quedo tan pichi sesenta pisos abajo y desde allí le chillo desde una ventana para que baje, se jode el plano picado, el pobre Jackson tiene que buscarse otro final en las siguientes cuatro horas, y a estas alturas todavía está el Rata en el cine buscando desesperado las bragas & pezones de la pobre Naomi.





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