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miércoles, enero 11
El morris de Philip
Da saltitos y se remueve en el asiento con la misma fruición que Pepe cuando le meneas el Mr. Potato. Sube. Baja. Se rasca. Me mira -Estoy muy mal ¿eh tio? estoy muy mal. Esto es una p**a mierda. Me cago en mi p**a madre...- Vuelve a rascarse. Le tiendo un chicle. Me mira como si le estuviera tendiendo un ojo de mono. -¿Qué hago yo con eso ¿eh? ¿qué coño quieres que haga yo con eso?- Yo le digo -No sé...es de fresa.- Él levanta los brazos al cielo -¡Ah bueno es de fresa! ¡coño, haber empezado por ahí! ¡es de fresa! entonces todo solucionado ¿no? ¡mecagoenlap**a co*o jod*er con la p**a ley de los coj**es!-
Cuándo llega ese momento en el que sólo me queda sobrellevarle o matarle a golpes con la jarra hervidora, decido que la jarra me ha costado una pasta y le digo -Anda, vamos fuera y te fumas uno.- Él me mira con ojos de desesperación -¿Sí? ¿me acompañas? es que me siento raro tío, me siento raro ahí fuera yo sólo ¿sabes?- Y echo a andar por el pasillo con el Sr. Nicotina agarrado a mi jersey como si fuera un niño de cinco años. -Yo voy a dejarlo, de verdad, pero es que son tres cajetillas... ¡tres cajetillas! ¿cómo voy a hacerlo de golpe? ¿cómo?- Cuando salimos fuera, nos damos de boca con el Jefe que me dice -¡Serlik! ah, pero... ¿tú fumas?- yo le digo -Yo no, señor...- a lo que él me contesta -Ah, pues entonces estarás tan contento como yo con la nueva medida ¿no? je, je...- Y yo, que ya me estoy arrepintiendo de no haber hecho lo de la jarra, le digo que no se debería regular el consumo de tabaco sino su fabricación y que así lo que estamos haciendo es amontonar a los leprosos en lugar de curar la lepra. Y triunfo esplendorosamente, porque el Jefe me mira como diciendo "mira el niñato de mierda llevándome la contraria" y el compañero como "mira el niñato de mierda llamándome leproso" así que dos orejas y rabo para el niñato de mierda que un día de estos va a perder el suyo, si sigue empeñado en no coserse la lengua al paladar.
Cuándo llega ese momento en el que sólo me queda sobrellevarle o matarle a golpes con la jarra hervidora, decido que la jarra me ha costado una pasta y le digo -Anda, vamos fuera y te fumas uno.- Él me mira con ojos de desesperación -¿Sí? ¿me acompañas? es que me siento raro tío, me siento raro ahí fuera yo sólo ¿sabes?- Y echo a andar por el pasillo con el Sr. Nicotina agarrado a mi jersey como si fuera un niño de cinco años. -Yo voy a dejarlo, de verdad, pero es que son tres cajetillas... ¡tres cajetillas! ¿cómo voy a hacerlo de golpe? ¿cómo?- Cuando salimos fuera, nos damos de boca con el Jefe que me dice -¡Serlik! ah, pero... ¿tú fumas?- yo le digo -Yo no, señor...- a lo que él me contesta -Ah, pues entonces estarás tan contento como yo con la nueva medida ¿no? je, je...- Y yo, que ya me estoy arrepintiendo de no haber hecho lo de la jarra, le digo que no se debería regular el consumo de tabaco sino su fabricación y que así lo que estamos haciendo es amontonar a los leprosos en lugar de curar la lepra. Y triunfo esplendorosamente, porque el Jefe me mira como diciendo "mira el niñato de mierda llevándome la contraria" y el compañero como "mira el niñato de mierda llamándome leproso" así que dos orejas y rabo para el niñato de mierda que un día de estos va a perder el suyo, si sigue empeñado en no coserse la lengua al paladar.
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