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domingo, enero 1

 

La historia de mi vida

Lola me invitó a una megafiesta en no se qué sitio con música para probar el cerebro y alcohol para probar el estómago. Sandro me invitó a una megafiesta en no se qué sitio con 23.568 tios de marcados abductores y cabeza hueca, y siete mariliendres borrachas. Santiago me invitó a una megafiesta en su megacasa, con cincuenta amigos despendolados, cuarenta amigas vestidas de princesa y mucho Jhonny Walker.

Él me dijo que se tomaría un sandwich y vería una peli. Me fuí con él.

Me llevé al perro, al gato y al ratón. En el ascensor pensé que estaba haciendo el gilipollas con tanta fauna pero al fin y al cabo reunía para Año Nuevo a mis seres queridos, así que más o menos...era hacer el gilipollas dentro de la más absoluta normalidad.
Comimos sandwiches de pavo (los cinco) y bebimos cocacola en copas de champagne (eso sólo nosotros dos. No quiero ni imaginarme lo que sería el perro con cafeína). Luego jugamos al ajedrez. Le gané y se enfadó, le dejé ganar y se enfadó también; finalmente le dejé en tablas y pareció satisfecho. Pensé que más o menos, esa era la historia de mi vida.
A las doce menos diez abrió un frasco de uvas en almíbar de un aspecto absolutamente repugnante. Llegado el momento supe que el sabor no desmerecía para nada el aspecto. Me entró la risa tonta viéndole intentar coger las uvas que resbalaban sluips-sluips continuamente por el plato y terminó de rematarte cuando se comió la última y dijo "¡ya está! ¡feliz año nuev...!" siendo interrumpido por la décima campanada. Cuando terminó la décimosegunda no pude más y me meé encima como una vieja incontinente, así que el nuevo año me pilló en el wc cambiándome de calzoncillos . Luego le puse mi anorak al perro, cogimos a los gatos y subimos a mirar los fuegos artificiales a la terraza. Hacía mucho frío así que nos metimos a los gatos por dentro del jersey para que nos dieran calorcito y nos apretujamos como cinco refugiados de guerra. Él me dijo -Deberías estar bailando, bebiendo y desparramando, pero estás en una terraza de antenas, con un gato dentro del jersey, un perro con anorak y mirando fuegos artificiales con un colgado eremita. No eres normal.-

Y yo pensé que, más o menos, esa era la historia de mi vida.





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