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miércoles, febrero 22
Art attack y requeteattack
No han pasado ni diez años desde que yo era pequeño, pero cuando pienso en los trabajitos pedorros que me mandaban en clase de artística, a lo más complicado que alcanzo es a un molino de viento con cartulina. Pero claro... las cosas evolucionan y es de lógica que la nueva generación de niños "sobradamente preparados" tengan que llevar a sus clases de plástica, un Empire State hecho de palillos, con su correspondiente king kong articulado saludando a una multitud de papel maché en tonos multicolores.
Así que nada... no hicieron falta más que dos horas de ayudar a la minipimientos con su mascarita de carnaval de las narices (nunca mejor dicho), para descubrir que los dioses nunca me llevaron por el camino de las manualidades. Y es que bastaron una barra de pegamento, un tubo de purpurina y un servidor, para crear una mágnífica obra de "pringue-hasta-en-la-oreja", con su correspondiente toquecillo kistch de nubecilla purpurínea incontrolada y putana. Y aún así todo el mundo contento ¿eh?, la minipimientos con su mascarita, yo con mi zafarrancho creativo, y mi compañero por haber podido ir después al cine con una auténtica burbuja Freixenet en versión masculina, que encima no pudo comerse ni una sola de sus palomitas, gracias a un oportuno pegado de sus cuatro dedos pulgares e índices. Y es que... ¿qué más se le podría pedir a una cita?
Así que nada... no hicieron falta más que dos horas de ayudar a la minipimientos con su mascarita de carnaval de las narices (nunca mejor dicho), para descubrir que los dioses nunca me llevaron por el camino de las manualidades. Y es que bastaron una barra de pegamento, un tubo de purpurina y un servidor, para crear una mágnífica obra de "pringue-hasta-en-la-oreja", con su correspondiente toquecillo kistch de nubecilla purpurínea incontrolada y putana. Y aún así todo el mundo contento ¿eh?, la minipimientos con su mascarita, yo con mi zafarrancho creativo, y mi compañero por haber podido ir después al cine con una auténtica burbuja Freixenet en versión masculina, que encima no pudo comerse ni una sola de sus palomitas, gracias a un oportuno pegado de sus cuatro dedos pulgares e índices. Y es que... ¿qué más se le podría pedir a una cita?
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