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domingo, febrero 12

 

Neposherpa

Los demás han subido como flechas, como cabras montañesas, pim-pam-pim-pam, pero Lola y yo, yo y Lola, íbamos detrás con la lengua por los tobillos. La bolita de Lavapiés y el insecto palo. Ambos como el espíritu del montañero cutre. El Juanito Navarro de las cumbres. Y desde arriba nos voceaban todos los demás -Vengaaaa que os pesa el culooooo- y yo soltaba los "coño-coño-coño" y Lola los "joder-joder-joder". Hasta que ha habido un momento en el que Lola ha dicho -O apretamos, o los perdemos y nos perdemos.- Pero yo he abierto mi mochila haciendo ruido de frrrruip (que queda como muy montañero profesional) y he dicho con acento de Indiana Jones: -Tranquila... llevo mi brújula...-
Y nos hemos perdido.
Y he sacado la brújula y he dicho -Mira...¿ves? estamos caminando hacia el norte.-
Y ella ha dicho -Vale. ¿Y qué?-
Y yo he dicho -Pues... ehm... pues...-
Y ella ha dicho -¿Llevas tú los bocadillos?
Y yo he dicho -No. Los llevaba Marc. Pero yo llevo las servilletas.
Y ella ha dicho -¡Servilletas y tu brújula! ¡¡¡ESTAMOS SALVADOS!!!-

Y aunque Lola es una mala persona cruel y pérfida que terminará ardiendo en el más negro de los infiernos, creo que la primera lección que deberían darle a un montañero es que lo de la brújula funciona en las pelis, única y exclusivamente, porque la suele sostener la mano del prota.

Snifs...





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