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viernes, marzo 3
Psicopissing masculino
El hamster volvió a escaparse y yo tuve que volver a reptar como un sioux por toda la casa. Y mirando, pitas-pitas-pitas, descubrí que las zonas cercanas al inodoro del wc estaban moteadas de blanco raro. Comentándoselo a Nelson, él me dijo que era el ácido de las salpicaduras meonas de muchos meses y que en su anterior piso lo habían solucionado meando sentados. Yo me puse muy digno y dije -Yo jamás salpico.- y él con su zen habitual respondió tranquilo -Todos salpicamos. Incluso los más cuidadosos. Es inevitable, lo da la postura ¿sabes?.- Yo fruncí ceño y morro y volví a decir -Bueno...pero YO jamás salpico.-, y él volvió a repetir -Bueno... pero TODOS salpicamos.-
Durante esta semana, cada vez que he hecho pis he encendido doscienta cincuenta mil luces, he apoyado firmes los pies en perfecto ángulo recto con las piernas y en cuidadoso paralelo-centrado con la taza, he calculado la parábola de tiro marcando líneas imaginarias con la punta de la minga, y he meado a intervalos, igual que las niñas-bien cuando no quieren hacer ruido. Vamos...que sólo me faltaba enfocármela con una linterna y tomar medidas topográficas del inodoro al escroto.
Previamente, he rodeado la taza del wc con papel secante, para demostrar que YO jamás salpico.
Y YO... salpico (maldición).
Y lo peor de toda esta gilipollez, señores, es que sin saber de cuál de mis feromonas parte o qué tipo de resorte psicológico interviene, no logro aceptar el hecho irrefutable de que YO y doscientos cincuenta millones de tíos más, deberíamos mear sentados... a la vez que somos extrañamente incapaces de hacerlo.
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